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Nueva Falla Geológica en la CDMX

Nueva Falla Geológica en la CDMX

La Falla Barranca del Muerto: Nuevo Descubrimiento de Investigadores de la UNAM

La Ciudad de México, con sus más de 20 millones de habitantes en su zona metropolitana, es una de las urbes más grandes del planeta. Sin embargo, su ubicación sobre una cuenca sedimentaria rodeada de volcanes y montañas la convierte también en una de las más vulnerables a fenómenos geológicos. Los sismos de gran magnitud, como los de 1985 y 2017, han marcado su historia, pero en los últimos años, los microsismos —temblores de baja magnitud— han captado la atención de científicos y ciudadanos por igual. En este contexto, el descubrimiento de la falla Barranca del Muerto en la alcaldía Álvaro Obregón, anunciado por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en marzo de 2025, ha puesto de nuevo el foco en las fallas geológicas locales.

La Falla Barranca del Muerto: Un Hallazgo Reciente

En marzo de 2025, la UNAM dio a conocer la identificación de la falla Barranca del Muerto, ubicada en la alcaldía Álvaro Obregón, en el poniente de la Ciudad de México. Esta falla, que se extiende a más de un kilómetro de profundidad, fue vinculada a los microsismos registrados el 10 y 11 de mayo de 2023, con magnitudes entre 1 y 3. Estos temblores, aunque pequeños, sorprendieron a los habitantes porque no activaron la alerta sísmica, un sistema diseñado principalmente para sismos originados en las costas del Pacífico. El hallazgo de esta falla se suma a otros descubrimientos recientes, como el de la falla Plateros-Mixcoac en 2024, y subraya la actividad geológica constante en la capital.

La identificación de la falla Barranca del Muerto no solo explica los microsismos locales, sino que también resalta la necesidad de actualizar los mapas geológicos de la ciudad y de mejorar las estrategias de prevención. Su ubicación en una zona densamente poblada, cerca de colonias como San Ángel y Las Águilas, amplifica su relevancia para la seguridad urbana.

Fallas Previamente Identificadas en la Ciudad de México

La Ciudad de México no es ajena a las fallas geológicas. Antes del descubrimiento de la falla Barranca del Muerto, los científicos ya habían identificado varias fracturas en el subsuelo de la capital. Entre las más destacadas están:

  • Falla Mixhuca: Se extiende desde la calle República de Uruguay, en la alcaldía Cuauhtémoc, hasta el Parque Ecológico de Cuemanco, en Xochimilco. Es una de las fallas más largas conocidas en la ciudad.
  • Falla Santa Catarina: Cruza la Sierra de Santa Catarina, desde Iztapalapa hasta los límites con Tláhuac, en el oriente de la capital.
  • Falla San Lorenzo Tezonco: Inicia en el Canal Río Churubusco y llega hasta Nezahualcóyotl, en el Estado de México, afectando varias zonas urbanas.
  • Falla Copilco: Va desde la zona de Copilco, en Coyoacán, hasta la colonia Bosques de Chapultepec, en el poniente.
  • Falla Plateros-Mixcoac: Identificada en febrero de 2024, se localiza en las alcaldías Álvaro Obregón, Benito Juárez y Magdalena Contreras, y ha sido asociada con microsismos recientes.

Estas fallas, junto con otras menores, forman una red de fracturas que atraviesa la ciudad de norte a sur y de este a oeste. Aunque históricamente se pensó que los sismos más peligrosos provenían de zonas de subducción en el Pacífico, la actividad de estas fallas locales demuestra que el riesgo sísmico también está presente dentro de la propia cuenca.

 Origen Geológico de las Fallas en la Ciudad de México

Para entender el origen de estas fallas, es necesario remontarse a la formación geológica de la Ciudad de México. La capital se encuentra en el Valle de México, una cuenca sedimentaria que hace siglos estaba ocupada por un sistema de lagos, como el de Texcoco. Este terreno blando, compuesto por arcillas y sedimentos lacustres, está rodeado por el Eje Neovolcánico, una cadena de volcanes que incluye al Popocatépetl y al Iztaccíhuatl. Esta combinación de factores ha creado condiciones propicias para la formación de fallas.

Las fallas geológicas son fracturas en la corteza terrestre donde los bloques de roca se desplazan. En la Ciudad de México, la mayoría son de tipo normal, lo que implica un movimiento vertical causado por la extensión de la corteza. Este proceso está relacionado con la tectónica regional, que ha generado tensiones en el subsuelo durante millones de años. Además, la actividad volcánica ha contribuido a la formación de estas fracturas, al alterar la estructura del terreno con erupciones y depósitos de materiales.

El hundimiento del terreno, conocido como subsidencia, también juega un papel clave. Desde el siglo XX, la extracción masiva de agua subterránea para abastecer a la creciente población ha provocado que la ciudad se hunda entre 20 y 30 centímetros por año. Este fenómeno compacta los sedimentos y genera nuevas tensiones que pueden reactivar fallas antiguas o incluso crear nuevas.

Posibles Causas de la Activación de las Fallas

La activación de fallas como la Barranca del Muerto no ocurre de manera aislada, sino que responde a una combinación de factores naturales y humanos. Entre las principales causas se encuentran:

1. Subsidencia por Extracción de Agua: Como se mencionó, el hundimiento del terreno debido al bombeo de agua subterránea genera tensiones en el subsuelo. Esto puede reactivar fallas latentes o agravar las existentes, como se ha observado en zonas como Iztapalapa y Álvaro Obregón.

2. Actividad Tectónica Regional: Aunque la Ciudad de México no está sobre una zona de subducción, siente los efectos de la placa de Cocos, que se hunde bajo la placa Norteamericana en las costas del Pacífico. Estas fuerzas tectónicas pueden propagarse al interior y afectar fallas locales.

3. Estrés Sísmico Acumulado: Los grandes sismos, como los de 1985 (magnitud 8.1) y 2017 (magnitud 7.1), alteran el equilibrio de tensiones en el subsuelo. Esto puede desencadenar microsismos en fallas cercanas, un fenómeno que los expertos han observado en los últimos años.

4. Contrastes Geológicos: El subsuelo de la ciudad está compuesto por una mezcla de materiales blandos (arcillas lacustres) y duros (rocas volcánicas). Estos contrastes facilitan el deslizamiento de bloques a lo largo de las fallas, especialmente en áreas de transición.

Riesgos Asociados a las Fallas Geológicas

Aunque las fallas locales en la Ciudad de México no suelen generar sismos de gran magnitud, los riesgos que representan no deben subestimarse. Algunos de los más importantes son:

1. Microsismos Frecuentes: Entre 2023 y 2024, se registraron 186 microsismos en la capital, una cifra mayor que en años previos. Estos temblores, aunque de baja magnitud (1 a 3), pueden dañar edificios antiguos o mal construidos, especialmente en zonas de suelo blando.

2. Daños a la Infraestructura: La activación de fallas puede provocar grietas en el suelo, afectando calles, tuberías de agua y drenaje, y líneas eléctricas. En áreas urbanas densas, como Álvaro Obregón o Benito Juárez, esto podría interrumpir servicios esenciales.

3. Riesgo Sísmico a Largo Plazo: Aunque los microsismos no son destructivos por sí mismos, su interacción con fallas más grandes podría amplificar el peligro. Por ejemplo, la cercanía entre las fallas Barranca del Muerto y Plateros-Mixcoac sugiere una posible conexión que podría aumentar los efectos sísmicos.

4. Impacto en la Población: Los microsismos, al no activar la alerta sísmica, generan incertidumbre y ansiedad entre los habitantes. En redes sociales, los residentes de Álvaro Obregón han expresado preocupación por la falta de avisos previos, lo que complica la preparación y respuesta.

El descubrimiento de la falla Barranca del Muerto, se suma a las grandes problemáticas existentes en esta gran urbe, una metrópoli construida sobre un terreno dinámico y cambiante. Junto con fallas como Mixhuca, Santa Catarina y Plateros-Mixcoac, esta nueva fractura subraya la importancia de estudiar y monitorear el subsuelo para proteger a la población. Su origen, ligado a procesos tectónicos y al hundimiento del terreno, refleja los desafíos de habitar una cuenca sedimentaria. Las causas de su activación, desde la subsidencia hasta la actividad tectónica, exigen soluciones integrales que combinen ciencia, urbanismo y políticas públicas. Finalmente, los riesgos que representan —microsismos, daños estructurales y afectaciones sociales— ponen sobre aviso, la importancia de que la seguridad sísmica no solo depende de prepararse para los grandes temblores, sino también de entender y mitigar las pequeñas fracturas que nos rodean.

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